Autor/es
Simone Marcenaro
"S'ie·us quier conseill, bel'amig'Alamanda" copiada con música en el cancionero R (Cancionero La Vallière, BnF f. f. 22543, fol. 8r) (Fuente: gallica.bnf.fr / BnF)
"S'ie·us quier conseill, bel'amig'Alamanda" copiada con música en el cancionero R (Cancionero La Vallière, BnF f. f. 22543, fol. 8r) (Fuente: gallica.bnf.fr / BnF)

La tradición manuscrita de las trobairitz es, evidentemente, más reducida que la de sus colegas masculinos y también, a veces, algunas piezas se han transmitido debido a su tipología particular. Por ejemplo, podemos encontrar algunos textos dialogados – que en la lírica trovadoresca reciben el nombre de tenso o partimen – copiados en muchos cancioneros gracias a la fama del trovador con el que la trobairitz dialogaba. Éste es el caso, por ejemplo, de la tenso entre Guiraut de Bornelh, uno de los poetas más influyentes de su época, y Alamanda de Castelnau (S'ie·us quier conseill, bel'amig'Alamanda BEdT 012a,001 = 242,069), transmitida por una quincena de manuscritos; o también la interesantísima tenso entre Gui d'Ussel y Maria de Ventadorn (Guy d'Usel, be·m peza de vos BEdT 194,009 = 295,001), en la que los dos autores discuten sobre la dinámica de las relaciones corteses entre hombre y mujer, que nos ha llegado en nueve cancioneros.

La cualidad dialógica de la poesía femenina de la antigua Provenza, además, no se limita a los géneros dialogados como la tenso o el partimen, sino que contempla también breves intercambios de estrofas (coblas), que podemos imaginar que se enviaban literalmente de una corte a otra por medio de los juglares. En estos casos, como por ejemplo el intercambio entre Na Lombarda con Bernart Arnaut de Armagnac, de Garsenda de Proença con Gui de Cavaillon o entre las dos trobairitz Almuc de Castelnou e Iseut de Capio, la tradición nos ha transmitido menos copias, y esto se debe a la menor circulación de los textos que, con toda probabilidad, conocieron sólo una difusión local y un menor éxito en el repertorio de los juglares.

Sin embargo, hay algunas excepciones: si examinamos la tradición manuscrita de los cinco textos atribuidos a Beatriz de Dia (cuatro canciones de amor y una tenso posiblemente intercambiada con su “colega” Azalais de Porcairaigues), podemos notar fácilmente que sus textos se han transmitido en muchos manuscritos (en un caso incluso catorce), a menudo pertenecientes a los dos grupos establecidos por los estudiosos de la cronología y la geografía de los antiguos cancioneros trovadorescos. El primero, asociado a las cortes señoriales del Véneto, probablemente en época antigua (en los años cuarenta o cincuenta del siglo XIII), al que pertenecen los cancioneros con las siglas A, B, D, I, K, o N (por citar sólo los más famosos); el otro grupo formado en varias zonas del Mediodía francés, cuyos ejemplares representativos son los cancioneros C o R. Tiene un interés particular el cancionero H, hoy conservado en la Biblioteca Apostólica Vaticana y probablemente copiado en el Véneto a finales del siglo XIII, que contiene muchos textos de las trobairitz, en algunos casos incluso como testimonios únicos (es el caso de las canciones de Almuc de Castelnou, Lombarda o Tibors).